En la presentación del encuentro, Marcela Peña, investigadora y docente de la escuela de psicología de la Universidad Católica, llamaba a replantear la política educativa respecto a la educación temprana, evitando la inversión en programas de mejoramiento de la educación no basados en evidencia científica, hecho que en Chile habría derivado de acuerdo a sus palabras, en “resultados heterogéneos que no han impactado significativamente las metas globales de mejorar los aprendizajes en la mayoría de los niños”.
Conversamos con ella sobre los alcances del encuentro, debido a la relevancia de los temas tratados y su relación con las políticas educativas implementadas en los últimos años por nuestro país.
Una de las exposiciones de la primera jornada del simposio puso en entredicho la importancia que desde los 90s se le da a la llamada “ventana” de los primeros tres años de vida para el aprendizaje, bajo la afirmación de que en dicho período el niño es más apto para aprender. ¿Puede leerse de esta ponencia y de su llamado de atención sobre la falta de evidencia científica en algunos programas educativos chilenos, que la educación preescolar está en tela de juicio?
La educación preescolar está justificada plenamente, pero más bien por razones sociales que científicas. En Chile las mujeres tienen que trabajar y necesitan de un lugar protegido donde dejar al niño, donde éste pueda jugar con otros niños. Los estudios de Harvard dicen, en teoría, que la educación preescolar incide en la disminución de la violencia escolar pero no está totalmente probado.
Debemos preocuparnos de cómo criamos a nuestros niños, sin embargo ¿por qué hay que preocuparse por ellos sólo cuando son muy pequeños?. La opinión general dice que la etapa preescolar es un momento crucial que si no se aprovecha, poco menos que se pierden todas las oportunidades de un desarrollo óptimo. Esto está en discusión, hay que darles la mejor manera de compartir socialmente con otros pequeños, pero no porque la edad preescolar sea un momento óptimo para su aprendizaje sino simplemente porque están en su derecho.
No hay que limitar las posibilidades de desarrollo de esa edad, tal como no hay que limitar las posibilidades de desarrollo de un niño más grande. Si un país necesita la educación preescolar, debe ponerla en práctica porque es un problema social. Pero es falso que en ese momento las neuronas tengan un desarrollo determinado y especial.
Sin embargo otra de las ponencias recomienda el énfasis en la educación preescolar, mencionando entre otros, un estudio de la Universidad de Chicago que sostiene que por cada dólar gastado en educación temprana de calidad se están ahorrando entre 7 y 17 dólares.
El ahorro está calculado sobre diversas dimensiones; si un niño llega a la escuela sabiendo los números y las letras, le va a ir mucho mejor que un niño que no; eso no está en discusión. Claro, los niños llegan más entrenados para la vida escolar si tienen un background, y si saben ciertas cosas les va a costar menos incorporar otras que vienen. De alguna manera un niño que tiene más logros a esa edad y que le han sido bien enseñados es más feliz.
Pero la investigación científica no ha precisado que a esa edad haya cambio el nivel neurológico o de redes neuronales ni nada parecido. Los sistemas de educación preescolar impactan al niño porque lo entrenan. Tuve una conversación parecida con uno de mis estudiantes, que me dijo que los seres humanos estábamos evolucionando para ser más inteligentes, porque los niños ahora saben más que antes. Si eso es así es porque están entrenados pero no porque estemos evolucionando hacia una inteligencia superior a la que tenemos; lo más probable es que la inteligencia sea la misma que tenemos desde el último cambio cromosómico que hizo a la especie humana.
Nosotros entrenamos a los pequeños para ir a la escuela, para que lean, para crear y definir conceptos, todo eso origina cambios en el sistema nervioso pero si hay un gen nuevo, que provoque una mutación que nos haga evolucionar, eso no se sabe por el momento.
Volviendo a su afirmación sobre los resultados heterogéneos de algunas programas de mejoramiento de la educación ¿qué otras decisiones se han tomado en forma apresurada a su juicio, en materia de políticas públicas?
La jornada escolar completa, por ejemplo, que se implementó sin que hubiera ningún estudio previo, me imagino que por razones culturales, presumiendo que los niños estarían mejor en la escuela que en la calle. Estoy de acuerdo con eso, pero si no sabes qué vas a hacer con esos niños en la escuela, esto es, si no hay una investigación antes, entonces es un riesgo, realmente es una apuesta al azar, puede que ocurra como en Estados Unidos donde aparecen las mafias en las escuelas y que los niños van a la escuela a cualquier cosa menos a estudiar. Esto es un riesgo que no debería existir, la gente que hace política debería tener la responsabilidad de por último saber que no existe la investigación científica en ninguna parte del mundo y de iniciarla, de pilotear, de comenzar por dos años en determinadas escuelas y ver cómo funciona. Hubo críticas a la JEC y se están corrigiendo los errores pero a un precio elevado. ¿Por qué no se hizo antes?
Espero que haya estrategias educativas diseñadas para los niños que se van a incorporar a la educación preescolar, que exista un objetivo claro sobre lo que se va a enseñar y todo no se limite a tenerlos allí mientras la mamá no está. Entrenémoslos, ayudémoslos a aprender, enseñémosles a usar su propia mente, ellos no son objetos pasivos. Pero realmente no creo que esté claro lo que van a hacer las señoritas parvularias en los jardines, o qué cosa irán a medir antes o después, si habrá programas piloto para evaluar.
¿Cómo percibes a Chile en relación a las tendencias expuestas en el simposio?
El mismo día que terminó el simposio apareció un artículo en el New York Times que contaba de una reunión de especialistas en la Casa Blanca para discutir cómo enseñar a leer a los niños. Por eso está muy bien que Chile tenga las mismas preocupaciones que el mundo. La mejor manera de investigar el aprendizaje debería ser tratar de saber qué es lo que ocurre en el cerebro de un niño cuando está aprendiendo, y qué es lo que le va a impactar más, y para eso se necesita investigación.
Desde ese punto de vista, algunos de los invitados empezaron a colaborar con diversas instituciones en Chile, no es algo inmediato pero varios de ellos van a volver a Chile, otros invitaron a alumnos chilenos como becarios a las instituciones donde trabajan, y se redactó la Declaración de Santiago donde se relatan las conclusiones del encuentro y que va a aparecer en algunas publicaciones científicas. Es una declaración de principios, un acuerdo.
La investigación, una tendencia La investigadora resalta que en el mundo se hacen muchos esfuerzos para darle una base científica a las políticas educacionales, lo que más que realizar experimentos, significa demostrar los presupuestos teóricos usando datos empíricos o simplemente la observación cuidadosa. Peña continúa diciendo que no existen panaceas hoy día, y lo que es útil para un país no necesariamente lo será para otro: “no podemos decir que en Finlandia se haya encontrado una solución universal, por ejemplo” dice para corroborarlo, y sigue: “avanzar en educación para nuestro país conlleva a realizar toda una reestructuración del sistema y la mentalidad del chileno. En Francia por ejemplo, los papás participan más en la educación, de una manera tan amplia que los miércoles los pasan en la casa y tienen la oportunidad de hacer las tareas con sus hijos”. A nivel global se están haciendo muchos esfuerzos para mejorar el contenido y la forma en que se educa: “hay ciudades que decidieron poner el esfuerzo en la digitalización de la enseñanza, hay colegios que abogan por el retorno a los valores de apego a la naturaleza y hacen clases poco menos que en el bosque”. Todo eso tendrá que culminar en ciertas recomendaciones que deberían respetar la realidad de cada país. ¿Y en el caso de Chile? |
Fuente: Educarchile.cl